Fray Galvão: primer Santo brasileño

Sacerdote franciscano, el primer santo brasileño, que se consideraba hijo y esclavo perpetuo de María Inmaculada, y que consagró su vida a los afligidos, a los enfermos y a los esclavos de su época. Fue ferviente adorador de la Eucaristía, maestro de la caridad evangélica, consejero prudente de la vida espiritual y defensor de los pobres.

Nació en 1739, en Guaratinguetá, Estado de São Paulo (Brasil), en el seno de una familia cristiana. Su padre era un comerciante que pertenecía a la Tercera Orden franciscana y a la del Carmen.

Cuando tenía trece años, entró en el Seminario de los Jesuitas en Belén de Bahía. Quiso ingresar a la Compañía de Jesús, pero por el ambiente anti jesuítico de la época, su padre sugirió que entrase a los Frailes Menores de la reforma de San Padre Alcántara.

Un año después de su profesión religiosa, en 1762, fue ordenado sacerdote. Firmó con su propia sangre su "entrega a María, como su hijo y esclavo". Se caracterizó por llevar una vida atendiendo a los más pobres y afligidos de su ciudad, en particular a los esclavos negros.

Terminados sus estudios, fue nombrado confesor y portero del convento, entrando en contacto con tanta gente a la que podía aconsejar y ayudar.
Por una circunstancia especial, fue nombrado confesor del Recogimiento de Santa Teresa en donde encontró a Sor Helena del Espíritu Santo, quien manifestaba haber tenido una visión en la que Jesús le pedía fundar un nuevo Recogimiento.

Apoyó esta fundación y así, fue el iniciador del "Recogimiento de Nuestra Señora de la Concepción de la Divina Providencia", al que dedicó gran parte de su vida.

A la muerte de Sor Elena, quedó como único sostén de las recogidas. Se dedicó a mejorar cada vez más ese lugar donde Dios se manifestaba de manera extraordinaria, cuenta Galvao.
Más adelante, fue nombrado Guardián del Convento de San Francisco de San Paolo cargo que ejerció sin abandonar la dirección espiritual de las "Recogidas" y del Pueblo de San Pablo.

Falleció el 23 de diciembre de 1822 y a pedido del pueblo y de las hermanas fue sepultado en la Iglesia del Recogimiento de la Luz, que él mismo construyera. Su tumba siempre fue lugar de contínuas peregrinaciones.
El 8 de abril de 1997, fue beatificado por el Papa Juan Pablo II en el Vaticano, conviertiéndose en el primer beato brasileño.

«El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje» (2 Tim 4,17). Estas palabras de san Pablo a Timoteo reflejan muy bien la vida de fray Antonio de Santa Ana Galvão, que quiso responder a su consagración religiosa dedicándose con amor y devoción a los afligidos, a los enfermos y a los esclavos de su época en Brasil. Su fe genuinamente franciscana, vivida evangélicamente y gastada apostólicamente al servicio del prójimo, servirá de estímulo para imitarlo como «hombre de paz y de caridad», dijo Juan Pablo II en la homilía durante la misa de beatificación.

En el hogar del beato fray Antonio de Santa Ana Galvão, también conocido como fray Galvão, la familia se reunía todas las noches ante la imagen de Santa Ana para orar; de allí brotó su solicitud por los más pobres, que acudían a su casa; años más tarde, atraería a millares de afligidos, enfermos y esclavos, en busca de consuelo y de luz…”, dijo Juan Pablo II en su discurso dirigido a los peregrinos al día siguiente de su beatificación.

“Consuelo y luz” que el franciscano retribuía en forma de oraciones escritas en pequeños papeles distribuidas gratuitamente. Desde entonces el franciscano fue conocido popularmente por las "píldoras de Fray Galvao” y que todavía confeccionan las monjas del Monasterio de la Luz.

Fray Galvao, es el primer brasileño nato a ser declarado Santo por el Vaticano. La canonización fué el 11 de mayo del 2007 durante la misa campal que el Papa Benedicto XVI celebró en Sao Paulo, durante su visita al Brasil.

Redacción libre: EVARED, basado en los textos:
De la homilía de Juan Pablo II en la misa de beatificación (25-X-1998)
Del discurso que Juan Pablo II dirigió, al día siguiente, a los peregrinos (26-X-1998)
Santoral para todo el Año, P. Javier San Martin S.J. - Sra Cecilia Mutual

MILAGROS

Aparecida 2007
Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe
del 13 al 31 de mayo del 2007 · Aparecida - Brasil
Visita del Papa
del 9 al 13 de mayo 

Sandra Grossi de Almeida, de 37 años, se prepara para conocer al Santo Padre Benedicto XVI durante la misa de canonización de Fray Galvão, el 11 de mayo, en el Campo de Marte de Sao Paulo, durante la visita papal a Brasil 2007.

Su historia, incluida en el proceso de canonización del beato, fue aceptada por la Iglesia como testimonio de milagro. El milagro fue aprobado y hecho público por el Vaticano, el pasado 22 de diciembre de 2006.

Sandra no alimenta grandes pretensiones cuando esté frente al Papa "Creo que estaré tan emocionada que apenas voy a lograr agradecerle el haber concedido la canonización de Fray Galvão aquí en Brasil, un regalo para mí y para todo el pueblo brasileño", afirmó.


En 1999, Sandra dio a la luz a Enzo gracias a las "píldoras de oración de Fray Galvão", oraciones escritas en pequeños papeles, distribuídas gratuitamente y hechas por las monjas del Monasterio de la Luz.
Antes de quedar embarazada de Enzo, tuvo tres gestaciones interrumpidas por un problema congénito conocido como útero bicorde - un cartílago que se forma en medio del útero separándolo en dos partes pequeñas, lo que imposibilita el crecimiento del feto por falta de espacio. Las 3 gestaciones de Sandra llegaron apenas hasta el cuarto mes y luego fueron interrumpidas naturalmente con hemorragias e intensos dolores.


Así comenzó todo

Católica practicante, Sandra ya se había resignado a la idea de no poder concebir y decidió adoptar a Isabela, hoy con 12 años. Cuando quedó embarazada por cuarta vez, estaba consciente de las dificultades que enfrentaría, pero quería llevar el embarazo adelante.

"La ginecóloga me dijo que no me haga ilusiones. Haría todo cuanto estaba a su alcance y a la disposición de la medicina para ayudarme, pero me previno claramente sobre la gran posibilidad de una pérdida más", cuenta Sandra. Fue entonces que una amiga de la familia, ya fallecida, le habló y ofreció las "píldoras de Fray Galvão". Por su fe aceptó las píldoras, a pesar de no conocer la historia del beato.
Para sorpresa de los médicos, pero no de Sandra, en la primera noche de la primera novena rezada a Fray Galvão, la hemorragia paró y los dolores cesaron. "Aquélla fue una señal de que podía creer aún más en el poder de Fray Galvão y en su intercesión por mí", aseguró Sandra.

Sandra dijo que la intercesión de Fray Galvão fue vital en varios momentos. Ella no sintió dolores en las contracciones ni durante el parto. En el cuarto mes de gestación fue necesario ser sometida a una cirugía para cerrar el cuello del útero, procedimiento delicado y que además se realizó sin las temidas hemorragias.

A pesar de todo caminar bien, un nuevo riesgo de aborto fue identificado en el quinto mes de la gestación a causa del tamaño del bebé. "¡El útero no aguantaría! Fue ahí que nuevamente recurrí a Fray Galvão", recordó Sandra. Esta vez las oraciones eran para superar aquél estado. Era necesario garantizar que el bebé alcance los dos kilos, peso mínimo y viable para el nacimiento. Y fue en este momento cuando todo ocurrió.

Después de pasar por esta fase crítica, Sandra consiguió llegar a la 32ª semana de gestación, algo inimaginable para su caso. "Para los médicos parecía imposible, pero no para Dios", afirmó. También inimaginable era la conservación del útero después del parto, pues el cartílago imposibilitaría la expulsión de la placenta y la única salida sería una histerectomía (extracción total del útero).
Médicos y enfermeras estaban listos y el consentimiento para una posible histerectomía ya había dado por la pareja. "Salí de la cesárea con mi útero y con mi hijo en los brazos, saludable", contó Sandra muy emocionada.

Algunas horas después del parto, Enzo presentó un problema pulmonar severo que suele ser una de las principales causas de muerte entre los prematuros. Con nuevas oraciones, el bebé salió de la intubación al día siguiente, cosa que en casos similares pasa sólo después de varias semanas.

Hoy, Enzo es un niño saludable. A los ocho años él derrocha alegría, vitalidad y tiene un claro entendimiento sobre la importancia de Fray Galvão en su vida. Cuando se le preguntó sobre el Fray, el contestó naturalmente: "Fue gracias a él que yo nací".

Los padres no fuerzan ni alimentan expectativas eclesiásticas para su hijo. "La única cosa que anhelo es que sea una persona buena, siga o no la vida religiosa, esa será una decisión de él", aseguró la madre.


Fray Galvao y sus "pastillas milagrosas" 
 
Pese a que el Vaticano le reconoce sólo dos milagros, el poder de curación del monje franciscano Antonio de Sant'Anna Galvao es defendido por centenares de fieles que afirman que sus "pastillas milagrosas" los curaron de diversos males.

Según la tradición católica, la acción sanadora de las "pastillas de Fray Galvao" se reveló por primera vez cuando el sacerdote recibió la petición de ayuda de un hombre cuya esposa estaba a punto de dar a luz y su vida corría peligro.

El religioso escribió en tres pequeños papeles, en latín, el versículo del Oficio de la Santísima Virgen María y se los entregó al hombre enrollados en forma de pastillas para que se los diera a su esposa. De acuerdo con los relatos, ésta los ingirió y enseguida tuvo a su hijo en un parto sin complicaciones.

El religioso nació en Guaratinguetá, interior de San Pablo, en 1739. Según relatos, el fraile poseía "dones divinos" como el de la bilocación —estar en más de un lugar al mismo tiempo—, la telepatía, la premonición y la levitación, entre otros.

El milagro que hizo posible que Fray Galvao fuera beatificado por Juan Pablo II en 1998, ocurrió cuando en 1990 una niña de 4 años, internada con un cuadro de insuficiencia hepática y renal, y al borde de la muerte, resultó curada después de tomar las célebres pastillas.

El segundo milagro, necesario para su canonización, fue reconocido por Benedicto XVI en diciembre de 2006, y se refiere a la supuesta asistencia a una mujer de 37 años, quien sufre problemas de malformación en el útero que le provocaron tres abortos espontáneos. En 1999, la mujer quedó embarazada nuevamente y comenzó a rezar a Fray Galvao por la salvación de su hijo, al tiempo que comenzó a ingerir las "pastillas milagrosas". En diciembre dio a luz mediante una cesárea a un niño. Tras el anuncio de canonización, la devoción por el religioso muerto en 1822 creció vertiginosamente entre los católicos brasileños.

Las pastillas hoy son fabricadas en el Monasterio da Luz, en el centro de San Pablo, por las Hermanas de Claustro de Nuestra Señora de la Divina Providencia, quienes las suministran en forma gratuita a unos 300 fieles diariamente que llegan en busca de cura para sus males.