Pór Retazos y puntadas
AL LLEGAR A ROMA desde América
En la mañana templada y húmeda del 27 de febrero, el vuelo 681 de Alitalia aterrizó en el aeropuerto Leonardo da Vinci en Roma después de 13 horas en el aire. Un hombre con escaso cabello gris en su cabeza, lentes de marco grueso, zapatos ortopédicos negros y un abrigo oscuro salió de clase turista. Cojeaba un poco y su espalda estaba un poco rígida por el largo vuelo
El cardenal Bergoglio esperaba que su viaje fuera breve. En su maletín de piel negro cargaba el pasaje de avión que lo llevaría de vuelta a casa a tiempo para la Semana Santa, la celebración más importante del año para un prelado católico. Su homilía para el Domingo de Pascua ya estaba redactada y en las manos de sus feligreses en Buenos Aires.
Llevaba en su maletín de viaje, unas pocas pertenencias para la corta estadía que él esperaba pasar en Roma
Llevaba también las preocupaciones por la problemática de sus feligreses en Buenos Aires.
Llevaba también la cercanía a la jubilación como ya había anunciado.
Llevaba posiblemente cierta tristeza ante la cercanía de ése paso en su vida.
Llegaba del fin del mundo, como él mismo dijo.
AL PARTIR DE ROMA de regreso a América
5 meses después, el 22 de Julio el Papa Francisco partió de Roma hacia América, tierra de la que salió como Cardenal a la elección de un nuevo Papa, sin siquiera pensar en que ésa responsabilidad recaería sobre él.
Lleva en la mano su viejo maletín de viaje, el mismo con el que llegó a Roma.
En ésta ocasión, lleva en él además de sus pertenencias personales, la certeza de haber sido elegido como Papa por el Espíritu Santo para ser él mismo protagonista del cambio que espera.
Lleva en él, el amor de Jesucristo como dijo a millones de jóvenes al llegar a Brasil. Ese amor que inflama su corazón y revitaliza su cuerpo para tener la energía suficiente, a pesar de sus 77 años de edad.
Lleva la esperanza de sembrar semillas de amor y conversión en los jóvenes.
Lleva la confianza plena en Jesús de que será un instrumento para comunicar a los jóvenes y al mundo, ése amor.
Lleva el ansia del encuentro con la juventud y de hacer nuevo el viejo mensaje de Cristo.
DE REGRESO A ROMA
El Papa toma el avión de vuelta a Roma, llevando su maletín.
Ahora lleva en él, el corazón de los jóvenes que se entregaron confiados y seguros.
El corazón de los jóvenes que sintieron el amor de Cristo através de su Vicario en cada gesto, en cada palabra, en la urgencia con que el Papa Francisco les trasmitía su mensaje de fé, de esperanza, de valentía.
Ahora puede decir confiado a Cristo:
"He cumplido con lo que me encomendaste". Te traigo lo que pediste: el amor de los jóvenes, te pido por ellos para que la semilla sembrada, dé frutos"
Puede por supuesto el Papa, sacar de su maletín mi propio amor, pues en cada palabra suya, en cada gesto suyo descubrí un nuevo mensaje de amor para mí.
Es como si el Papa se dirigiera a cada uno personalmente y en persona, como si fueran dirigidas sus palabras a mí y a cada uno del que las oye, personalmente.