El Papa Francisco arribó el jueves a la favela Varginha, donde miles de sus moradores y los de comunidades cercanas vivían un día de fiesta con cantos y oraciones en las calles encharcadas por las lluvias.
Al llegar a la barrida el Papa recibió una guirnalda hecha con papel de varios colores, mientras un grupo de niños se le abalanzaron para abrazarlo y besarlo. Francisco se dejaba y sonreía.
La pequeña comunidad, en el norte de Río de Janeiro, se vio inundada de fieles y agentes de seguridad a ataviados con impermeables y sombrillas que recibieron al jefe de la iglesia católica.
"Esto es maravilloso. Lo estoy adorando", dijo Katia Miranda, de 34 años. "Esta visita ya trajo muchas cosas a la comunidad, la limpieza mejoró bastante, la gente misma se preocupó por arreglar sus casas, está todo muy bonito", dijo Miranda.
Desde temprano, policías y voluntarios de la Jornada Mundial de la Juventud se apostaron a ambos lados de la calle central de Varginha, alineada de casas y comercios, para resguardar al Papa en su recorrido por la comunidad.
Francisco llegó el lunes a Río de Janeiro para participar en la Jornada, que ha logrado congregar a más de un millón de jóvenes procedentes de varios países del mundo, en especial de América Latina.
El pontífice se reunirá con los pobladores de la Favela en la cancha de fútbol de la comunidad.
Al menos 200 escolares que cargaban globos de colores azul y blanco y banderas verdes y blancas, como el de Brasil.
"Vine a trabajar de voluntaria, mi función es formar la cadena para impedir que la gente se le vaya encima al Papa, aunque no sé quién nos va a contener a nosotros, todos vamos querer acercarnos a él. ¡Es el Papa!", dijo temblando de frío la paraguaya Alexandra Jiménez, de 20 años.
La joven inscrita para trabajar como voluntaria en la Jornada, que atrajo a millares de peregrinos a Río de Janeiro, estaba emPapada y buscando una capa o un paraguas para protegerse de la lluvia que cae sin parar en la ciudad desde el lunes debido a un frente frío que afecta la región del sudeste de Brasil.
En su camino hacia la favela, el auto del Papa se detuvo en al menos tres ocasiones para cargar y besar a bebes, mientras fieles corrían al lado del vehículo Papal, una camioneta Mercedes Benz alto y con un pequeño techo transparente.
La seguridad era intensa y un corredor de motorizados escoltaban al santo padre a lado y lado de su auto.
Francisco tranquilo, saludaba a uno y otro lado de la vía, besando y bendiciendo a infinidad de pequeños que sus escoltas le pasaban.
En la favela había una fuerte presencia de policías. Helicópteros sobrevolaban la zona mientras francotiradores estaban apostados en techos de edificios cercanos.
Rosa Sampaio, de 42 años, coloca camisetas con mensajes alusivos a la visita del Papa a la favela carioca de Varginha, en la puerta de su casa. "Esto nunca va a pasar de nuevo, hasta me da dolor de cabeza pensarlo, ¡es el Papa que va a estar aquí!". Mostró las camisetas que mando a hacer dijo "hay que aprovechar para vender algo".
El Papa estuvo poco antes en el palacio de gobierno de Río de Janeiro y bendijo las banderas olímpicas. Brasil será sede de los juegos en el 2016. Estuvo acompañado por el alcalde de Río, Eduardo Paes y el gobernador del estado de Rio de Janeiro, Sergio Cabral. Uno de los grandes ausentes en el acto fue Pelé, quien no fue visto entre el grupo de deportistas y el presidente del Comité Olímpico Carlos Arthur Nuzman, que le dio al santo padre una camisa verde deportiva con un pequeño bordado en el lado izquierdo donde se leía Papa Francisco.